No es por la Amazonia, ¡es por el planeta!

Hace semanas la sociedad global se conmovió ante los incendios en la Amazonia, la selva tropical más extensa del mundo que abriga a una biodiversidad esencial y a cerca de 400 comunidades indígenas, y que ejerce una importante función como reguladora del clima global.

Por @TatianaLanz

Hace semanas la sociedad global se conmovió ante los incendios en la Amazonia, la selva tropical más extensa del mundo que abriga a una biodiversidad esencial y a cerca de 400 comunidades indígenas, y que ejerce una importante función como reguladora del clima global.


Desde la solidaridad y las plegarias, hasta el llamado a la concientización de nuestras actividades
individuales para disminuir la sobre explotación de recursos naturales, pasamos
lamentablemente, por los enfrentamientos en las redes sociales y las impertinentes declaraciones
del presidente de Brasil.


Si bien Brasil posee la mayor extensión de la Amazonia, la totalidad la comparte con 8 países y,
dada la relevancia que posee la selva dentro del ecosistema global, lo que ocurra en la Amazonia
y sus consecuencias, afectan a todos los habitantes de la Tierra
.


Nos enfrentamos a un líder que en campaña anunció su política de permisión para la
deforestación y explotación comercial de la Amazonia -aun sabiendo que ésta ya ha perdido el
20% de su ecosistema- para promover la agroindustria y convertir áreas protegidas en campos de
pastoreo, en plantaciones de soya y en zonas para la extracción mineral.


Parece que a los votantes brasileños no les alarmó esta política y transcurridos apenas 8 meses del
mandato de Bolsonaro, la Amazonia ya perdió más de 3 mil kilómetros cuadrados de área
boscosa, lo que representa un aumento del 39% respecto al mismo período en 2018.


¿Qué dijo Bolsonaro ante estas cifras? Que son mentira, que todo es producto de una psicosis medioambiental, y que es un complot de los europeos para frenar el desarrollo de Brasil y explotar ellos la Amazonia en un futuro. Así es: el presidente de Brasil también tiene otros datos.


Me sorprendió desagradablemente leer las reacciones de los brasileños en Twitter, denunciando
que la Amazonia es de Brasil y rechazando categóricamente la ayuda de otros países, como
Francia, que convocó al G7 a ocuparse del tema, reclamando a Macron el incendio de Notre
Damme e incluso deseando el colapso de Europa mientras que Brasil se enriquecería con los
recursos naturales de su selva.


Interacciones plenas de ignorancia. ¿Qué tiene que ver el incendio accidental de una iglesia con la
deforestación intencional de la Amazonia? ¿Quién va a disfrutar de los recursos naturales de la
selva cuando la humanidad se haya extinguido por las crisis ambientales?


¿Cómo es posible que ante una catástrofe ambiental global la gente se ocupe de dividir y que la
autoridad responsable se dedique a acusar (sin pruebas), a ironizar y a rechazar la ayuda
externa?


Es evidente que detrás de este tipo de conflictos políticos siempre hay diversos intereses y
versiones, pero se trata de una crisis que afectará al planeta entero a largo plazo y todos estamos
involucrados.


No podemos seguir solapando la ignorancia, el rencor y la división social. ¿A que nos vamos a
enfrentar ante futuras crisis climáticas con líderes tan ignorantes y egocéntricos y con ciudadanos resentidos y apáticos?. Tampoco deberíamos de permitir la ejecución de proyectos que afecten
al medio ambiente, el planeta ya no puede soportar tanta contaminación.


Por lo pronto, y de manera urgente, vayamos más allá de observar, de analizar e incluso de
criticar: realicemos, cuando menos, 3 cambios en nuestros hábitos diarios de consumo que
contribuyan a la disminución de nuestro impacto ambiental en el planeta, solo si todos nos
comprometemos y actuamos, habrá esperanza para nuestro hogar.

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