La maldición de Quevedo: 13 años después.

En más de 100 días de guerra ideológica, el país se ha fragmentado, la violencia florece a borbotones y este semi dios tropical pronuncia sus letanías exorcizando a la nación de su pasado, desde la tribuna que sólo los dictadores tienen la costumbre de usar.

Por Luis Martín Osorio/@luisosorioe

Era febrero del 2006. Hace 13 años publiqué un artículo titulado: La Maldición de Quevedo. Mi idea era y es que en México ser diferente en política no es ser mejor, es simplemente usar otros trucos para conseguir los objetivos.

Ese texto hablaba del actual presidente López, porque me había tocado en esos tiempos hacer algunos análisis y comparativos de su discurso y comparado con los otros candidatos su narrativa era excesiva. Prometer no empobrece, pero vaya que sí…

La diferencia de López quizá radica en que para él sólo hay blanco y negro, contradiciendo la norma de los tonos grisis de la política. Siempre me ha olido a venganza y no a ningún proyecto de nación sólido. El tiempo lo dirá. A continuación fragmentos del texto original.

Sin duda, Andrés Manuel tiene todas las características de un pastor de esos que conforman el “Evangelio de las Avaricias” en Estados Unidos y México, con su programa televisivo. Apelando al sentir y no al pensar, ¿qué futuro nos espera?  Un tipo que dice que no es populista, […].

Que crea políticas públicas, donde augura el bienestar de la población […] a través del auspicio pírrico, que quiere ganar elecciones y colocar al país en estado de caos. Porque somos 103 millones de personas (año 2006), no cuatro, como él piensa. Y si 710 pesos comprarán el cambio, entonces de nuevo López está mal enfocado. La opresión que vitupera me huele a tiranía… 

Esos cincuenta compromisos de nación, que el denomina para “recuperar el orgullo nacional”… son relatos literarios… Según la Real Academia Española, la palabra orgullo significa: Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas.

Pero, por la trayectoria de este hombre, que al igual que cualquier otro que figure en escenarios públicos, se le atribuyen muchos mitos, leyendas… viniendo de él y sabiendo de historia, la definición de orgullo para él, se enfoca a la arrogancia disfraza de humildad, en el capricho de ostentar el poder, en la idea de vengarse del terruño.

[…]

Su panoplia discursiva nos indica que sus intenciones son dádivas. 

Porque una persona que con la menor desfachatez […] argumenta que en su primer día de Presidente “arreglará” las tarifas del gas, de la luz y la gasolina…” Es más sospechoso que cualquier otro candidato.

Sin duda la maldición de Quevedo se verá llegar próximamente…*

“Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir.»

Francisco de Quevedo

Vuelvo al presente: 2019.

Pasaron los primeros meses del éxodo. De la narrativa llamada 4T: la cuarta transformación.  Ese camino a El Dorado por la autopista de la ignorancia. Ya contento con su juguete y con las instrucciones en mano, decidió cambiar de opinión y en lugar de armar un nuevo país, está desarmándolo.

El sinsabor que está dejando esta transformación le ha hecho cambiar de opinión a muchos con su decisión de voto en las pasadas elecciones.

Analicemos rápido lo sucedido en Nuevo León al confiar en esa copia regional de López con Jaime Rodríguez Calderon, alias El Bronco, hay un símil de venganza. Recordemos que el de Nuevo León en su afán de poder, se olvidó de las promesas y se lanzó por la presidencial, viendo qué podría negociar para su querencia. Abandonó el Estado y aunque regresó muy quitado de la pena, no ha vuelto a gobernar ni lo hará.

Pregunten ustedes a la gente en Nuevo León qué ha pasado con su gobierno «independiente». Dónde quedó el orgullo de todos esos que a los meses se daban de topes. Lo mismo pasará a nivel nacional conforme los 100 días sean 300, luego 500, luego mil y así sucesivamente. Porque es el mismo principio de narrativa: Gobierno-ficción. Prometen lo que no van a cumplir. Merólicos del terror, profetas de banqueta, gurús de las redes.

Porque ahora nos encontramos en la manos de un gobierno lego. Ahora somos un país parapléjico que sólo mueve la boca cada día a las siete de la mañana para que se nos alimente con historias. 

En más de 100 días de guerra ideológica, el país se ha fragmentado, la violencia florece a borbotones y este semi dios tropical pronuncia sus letanías exorcizando a la nación de su pasado, desde la tribuna que sólo los dictadores tienen la costumbre de usar. 

Somos un país Lego, con un gobierno lego, que en más de 100 días de conclusiones a medias, ya denota un cansancio. 

No huele a futuro, huele a un pasado lleno de rencor disfrazado de abrazos (no balazos).

Y se volverá a presentar la Maldición de Quevedo.

“Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir.»

Francisco de Quevedo

*Publicado el 22 de Febrero del 2006, Periódico ElRegio. Monterrey, N.L.

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