¿Recuerdas el primer correo electrónico que enviaste o recibiste que te cambió la perspectiva de tu día o de tu mundo?
Analízalo y luego me cuentas, mientras tanto, te quiero compartir la anécdota de la semana pasada. Estuve trabajando en algunos documentos de interés para mi futuro próximo, considerando que exista el futuro y que pueda en una línea de tiempo considerarlo próximo. El punto es que, son mensajes que deben de entregarse vía correo electrónico.
Diseñar el mensaje, curarlo, volverlo a editar, analizar si está completo, que no suene arrogante -cuando lo lee el destinatario-, que tenga fluidez, capacidad de generar interés y sobre todo, que tenga el efecto de crearle imágenes al lector dándole sentido a mi contenido.
Trabajé horas y horas. Lo dejé listo y envié un par de correos. Al soltar la tecla de “enter”, llegó a mí una sensación de nerviosismo. Me alejé del teclado y contemplé la pantalla donde se desplegaba la interfase de mi sistema de correos electrónicos.
Entonces comencé a cribar emociones y hechos. Lo primero que pensé: tengo más de cinco correos electrónicos. Todos esos correos los uso para recibir información general. Dejaron de ser hace muchos años esos sitios a donde me llegaban las noticias que me importaban.
Regreso al punto. Estos mensajes que envié los hice de una nueva cuenta, que cree para recibir exclusivamente buenas noticias. Decidí que esa dirección de correo electrónico sería la joya de mi corona. De ahí salen solamente mensajes llenos de interés para mí y para los destinatarios, de esa cuenta, solo escribo cosas de valor y que en su interacción con el mundo, debe de arrojar resultados que me permitan sentirme vivo.
Recordé al final la película “You´ve got mail” (1998), ¿la recuerdas? Protagonizada por Tom Hanks y Meg Ryan. que trata más o menos de lo siguiente: “Kathleen Kelly (Meg Ryan) dirige una pequeña librería infantil amenazada por la apertura de una gran cadena, cuyo dueño es Joe Fox (Tom Hanks), a quien detesta sin saber que, en paralelo, mantiene con él una relación anónima por correo electrónico. La película fue pionera en usar el email como recurso dramático.”
Y justo el correo electrónico como recurso dramático es lo que medito. Regresé al pasado con esta acción. Ahora, cada tanto tiempo ingreso a la plataforma y veo si tengo un nuevo correo. Me emociona y me frustra que no respondan con la velocidad que yo espero. Al recordar la película, llegan a mí gloriosos recuerdos de conversaciones con personas a las que nunca vi físicamente, pero conocí a través de sus historias. Hoy más de veinte años después vuelvo a tener esa sensación de misterio, de “sana ansiedad”, si se me permite el uso del término.
Estoy en una autopista de alta velocidad emocional. El mundo de las ideas no sólo es emocionante, también es frustrante. Reconozco que hoy en día estamos más conectados, pero menos comprometidos. Mezclamos en un cocktail de múltiples sabores la vida, los sueños y los miedos, ahora todo reside en nuestro computador o teléfono inteligente. Pero, y nosotros, ¿dónde quedamos?
La gestión digital es uno de los grandes retos del mundo actual. La carga emocional del correo electrónico es una polución en la actualidad. Para todo nos piden nuestros correos electrónicos, como si con ello, les diéramos también nuestro tiempo y nuestra atención.
Tuve a bien separar mis comunicaciones digitales: emocional, laboral, promocional. Esta nueva cuenta de correo me permite respirar y suspirar. He puesto ahí mis ganas de sentir que todo este mundo digitalizado también sirve para mantenernos vivos, no solamente despiertos.
Así que… aquí estoy, como en la película, esperando esa notificación, ese número uno sobre el icono del app de correo. No es que mis anteriores correos vayan a quedar en el olvido, no. Simplemente es momento de separar una vez más mi vida de la vida. Me desprendo del simbionte digital, mientras llega la respuesta, sigo escribiendo, porque al final, escribir es una forma de esperar.
Corolarios:
El primer correo electrónico de la historia fue enviado en 1971.
Hoy enviamos más de 347 mil millones de correos al día en el mundo. ¿Cuántos de ellos tienen verdadero valor?
El cerebro reacciona emocionalmente al email. Recibir correos inesperados o con contenido emocional activa áreas similares a las del sistema límbico, como cuando recibimos cartas físicas.
Tener una cuenta exclusiva para lo importante puede mejorar tu bienestar.
Crear un espacio donde solo entren cosas buenas también es una forma de autocuidado.