Mucho hay de controvertible en los nuevos tiempos que vive México, pero también de reconocer que son momentos diferentes. Información que se ha filtrado, de las oficinas de Bucareli, dan cuenta de la posiblemente involuntaria colaboración con un proyecto de inversión y una nueva época de diálogo, encabezada por un exfuncionario del neoliberalismo, Carlos Salomón, jefe de comunicación social en las épocas del presidente Cedillo.
Se dice que dicho exfuncionario y un empresario de origen español que colabora cercanamente con el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, intervinieron para acabar de convencer al nuevo régimen acerca de la necesidad de regular antes que prohibir la industria del juego.
Los cuestionables intereses que esos personajes difundieron en diversos medios de comunicación sobre los casinos, confirmaron al gobierno federal que es tiempo de actualizar la legislación en la materia, regular el juego en espacios seguros y acabar con la evasión fiscal de quienes en la clandestinidad lucran con prejuicios y mentiras.
“Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”, es un dicho que, ahora sí, viene como anillo al dedo a propósito del juego sucio que se estaba haciendo contra la 4T y su decisión de poner orden, por fin, a la industria del entretenimiento, regida por una ley que data ¡desde 1946!
Es tiempo ya de hacer política, no intrigas, en un México donde las reglas para interactuar con la sociedad están cambiando. Si bien la Cuarta Transformación pueden ser cuestionables en varios aspectos no así podría ser para el segundo piso, lo cierto es que después de más de medio siglo de manejos discrecionales, vulgo moches por doquier, por fin la Secretaría de Gobernación se decidió en esta administración a poner un alto a los malos funcionarios de los tres niveles de gobierno, que se beneficiaban de la obsoleta ley de juegos y sorteos que pronto será reformada a fondo.
México ha evolucionado y el juego debe dejar de ser tabú y verse como una actividad recreativa que con fiscalización y reglas claras se consolide como una fuente de ingresos fiscales, atractivo turístico y diversión en lugares seguros para la gente.
Las páginas de los periódicos de los últimos meses dan cuenta sobre cómo la delincuencia está aprovechando vacíos para instalar en cualquier parte “minicasinos” o máquinas tragamonedas, donde sin ningún control juegan menores de edad y hasta expenden sustancias prohibidas y suelen registrarse hechos violentos.
Es tiempo para sumar, no para intrigar.
La titular de Gobernación, responsable de la política interior y funcionaria respetada por su ecuanimidad y eficiente mano izquierda para manejar los conflictos y evitar ser arrastrada por las trampas de los adversarios del régimen, conoce que los casinos aportan 5 mil millones de pesos en impuestos federales y 2 mil millones para las entidades federativas y municipios, amén de más de 200 mil empleos directos e indirectos.
No hay más entonces que agradecer al equipo del gobernador sinaloense y al afortunado que hace años obtuvo el premio mayor de un puesto federal, su importante gestión para contribuir al esfuerzo de colaboración sin precedentes a favor de un estricto, pero justo control gubernamental, del juego ajeno a arreglos bajo el agua.
Ahora sí que como dice el proverbio popular “nadie sabe para quién trabaja”.
Fernando Fuentes Muñiz, Editorialista Invitado.
Premio Nacional de Periodismo 2008 y 2016; Premio Nacional de Locución en 2017. Premio México de Periodismo 2013 y 2023. También ha sido distinguido con la Medalla al Mérito otorgada por el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Asimismo, ha sido reconocido por colegios y asociaciones de Ingenieros y Arquitectos del país. También ha sido considerado por la Sociedad Mexicana de Física y de la Embajada de Italia en México, por su compromiso con la sociedad científica en difundir sus investigaciones, trabajos y opiniones. Ha ocupado cargos de director general y director en materia de comunicación social y política en el gobierno federal, en los estados de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Zacatecas y Ciudad de México.