La selección se impone con una sólida actuación dirigida por Dani Olmo en un partido en el que marcaron Oyarzabal y Ayoze, y dejó escapar el control al final.
Internacional.- España empezó esta primera fase de la Nations un poco al ralentí con un empate en Belgrado, después de la gran fiesta de la Eurocopa, y aquello fue de lo poco que se permitió. Volvió a coger vuelo y contra Dinamarca cerró este primer tramo de competición como primera de grupo después de un partido en el que primero jugó y mostró que todo funciona en el ecosistema de De la Fuente, y después aguantó el arreón final de los daneses. La Roja mandó en Copenhague con los goles de Oyarzabal y Ayoze, bailando al son de la batuta de Dani Olmo, que encontraba siempre espacios y tiempo para todos.
Enfrente tenía un enigma nuevo. Dinamarca estrenaba seleccionador nuevo, tenía un aire distinto del que mostró hace un mes en Murcia, contra un equipo que no cambia, sin importar los jugadores que De la Fuente eche al campo. En el banquillo contrario, Brian Riemer se había deshecho de la defensa de cinco y de la contemplación pasadas. Los daneses se plantaron mucho más arriba, intentando desbaratar la salida de España, y cuando recuperaban buscaban la portería sin pasos intermedios. Pero les costaba robar ante un equipo escurridizo. La maquinaria de De la Fuente funciona con una precisión altísima con una velocidad fulgurante.
No estaban ni Carvajal, ni Le Normand, ni Rodri, ni Fabián, pero la pelota volaba igual, y Porro, Vivian, Zubimendi y Merino escapaban de la trampa que trataban de levantar los daneses en los dominios de Raya. Los españoles aparecían, tocaban y se evaporaban. El rival perseguía sombras volátiles. Y un poco más adelante, Dani Olmo encontraba siempre caminos entre líneas. A veces al primer toque; otras, escapista con el regate. Era el conector universal del equipo. El azulgrana, que se desenvuelve en esas zonas tan transitadas con un aplomo y una clarividencia formidables, encontraba por allí la ayuda de Ayoze, en esta ocasión oficiando como delantero, con Morata rerecuperándose de los efectos de su golpe en la cabeza de la semana pasada.
España escapaba al toque o con balones largos, pero cuando resultaba todavía más dañina era cuando recuperaba en la salida de Dinamarca, con esa presión alta tan característica de su brillante Eurocopa. Merino cegó una vía de escape muy cerca del área de Schmeichel y al instante transformó el vértigo de la presión en calma. Dejó todo en suspenso en esa zona caliente hasta que Ayoze asomó a su derecha. Y volvieron a acelerar. El canario vio la llegada de Oyarzabal, le dio la pelota y el capitán acertó con la red.
Con la misma intención y el mismo plan general, España cuenta con muchas maneras de encontrar el camino al área. No tenía en el campo ni a Lamine Yamal ni a Nico Williams, los puñales de la Eurocopa, pero Olmo tenía el mapa para encontrar vías por dentro. Por esa ruta llegó el segundo tanto. El azulgrana se giró en el medio y puso una pelota limpia a la espalda de la defensa a la que corrió Ayoze, que batió a Schmeichel con la zurda.
Ese espacio detrás de Vestergaard resultaba especialmente prometedor. Pedro Porro recuperó una pifia propia y de manera automática apuntó con un lanzamiento largo a esa parcela, en la que Ayoze volvió a sacar ventaja en su acelerón. Se quedó a solas con el portero, y pensó y pensó hasta decidirse por una vaselina sutil, tanto que ni se levantó y salió mansamente por la línea de fondo.
España no quería levantar el pie. Para intentar mantener las revoluciones, De la Fuente metió a Fabián, Nico Williams, Morata y Marc Casadó, que debutó como internacional cuando Zubimendi se sentó en la hierba y señaló las molestias que notaba en el muslo derecho. Pero Dinamarca echó más carbón a la caldera.
La Roja tenía todo bajo control, salvo el entusiasmo de Isaksen, que dejó temblando la portería con un tiro al palo y recogió luego un premio cuando su voracidad superó la confianza de Fabián y Raya. El centrocampista del PSG trató de apoyarse en el portero para salir, sin percatarse de que el danés se movía a su espalda. Birló el balón a Raya, marcar y agitar los últimos minutos. Dinamarca cerró la noche subida sobre el impulso de Isaksen y comprometiendo a Raya, que desvió un disparo peligroso de Olsen cuando ya se consumía el tiempo. España aguantó, terminó primera de grupo, y jugará en marzo la vuelta de cuartos en casa.