Contar historias en un mundo que olvida escucharlas.

El promedio de atención humana cayó de 12 segundos a 8… y descendiendo. ¡Estamos desconectados! 🧠⏳ Mientras la atención se desvanece, el poder de una historia bien contada sigue intacto. ¿Te animas a contar la tuya? #DesconéctateParaConectar #Storytelling

En mi infancia, allá por la década de los ochenta, recuerdo que al caer la noche, luego de hacer tarea, comer, ver Mazinger Z, y patear la pelota con los amigos, nos reuníamos un grupo de tres, cuatro personas al ras de la banqueta: era el momento más importante del día. 

Recuerdo felizmente que no estábamos atados a las pantallas ni a los likes, se trataba de risas, de aventuras, de construir historias…

Nuestra pequeña cofradía levantaba sesión para escuchar la historia del día. Normalmente de fantasmas y apariciones, que el pariente de alguien se topó con el diablo en el monte…

Tenía una vecina, que no era vecina, era nieta o sobrina de unos vecinos, pero por cuestiones de la vida, ella y su hermano, pasaban mucho tiempo en esa casa. Al final, niños, buscaban -buscábamos- distendernos.

La dinámica era más o menos así: ella nos convocaba a su hermano, a mí y seguramente a otro primo de ellos, nos sentábamos en la banqueta y comenzaba el relato.

Me contó mi tío… era como regularmente comenzaban esos momentos de imaginación pura y de sensaciones únicas.

A eso de las nueve, nueve y media, aparecía la voz de mi madre pidiéndome entrar a la casa, porque la cena estaba servida y seguramente había tarea por terminar.

Me despedía de estos amigos y al día siguiente continuábamos con las historias. 

40 años después -cayó la bomba-, encuentro que las historias las encuentras en todos lados, pero a los niños ya no les interesan. 

Ahora los niños y los adultos, exploran las historias de otras formas. Prefieren las narrativas de los videojuegos, prefieren ver, más que imaginar. Buscan que les transfieran el conocimiento y las experiencias a través de otros interlocutores. ¿Dónde ha quedado el acto mágico de imaginar sin intermediarios?

Estamos en la época dorada del storytelling, pero cada vez menos personas son capaces de contar y de tener historias.

La generación a la que pertenezco disfrutó de los últimos resquicios del mundo templado. Con los años, llegó la invasión de las pantallas y los teléfonos inteligentes y sin darnos cuenta, ellos tomaron el control. 

Deseo con ahínco que tú, querido lector(a) vuelvas a esas banquetas, te congregues, te disperses de la dispersión que crea la atomización de la información y las narrativas de vida digitales y vuelvas a tu niñez y te sorprendas y recuerdes lo hermoso que es sorprenderte, imaginar, sonreír. 

Sé que estoy imaginando mucho, pero al menos no me quedo con la historia, es más, ven, siéntate a mi lado, ahora sigues tú, anda, cuéntanos aquella historia que te hizo feliz cuando niño…

Corolarios.