Existe por las tierras chilangas una frase chistosa algo cruel – y realista – que dice que a fuera del DF (ahora CDMX) todo es Cuautitlán. El que haya ido o pasado alguna vez por Cuautitlán lo entenderá mejor.
Y así con esa filosofía llegó la Presidenta a gobernar México, pensando que nomas en Chilangoland hay civilización, grave error.
Si, ella estuvo como alcaldesa en Tlalpan y como jefa de gobierno de la Ciudad de México, donde la pobreza es urbana y es todo menos marginal, donde hasta los pobres tienen problemas de primer mundo como que les falle el internet gratuito por ejemplo, no dudo que hasta los indigentes vivan arriba de la linea de pobreza, o por lo menos comen una vez al día y tienen para comprarse alcohol, tabaco y mota.
Ya desde sus giras durante campaña, Sheinbaum parecía turista extranjera en sus recorridos; lo mismo se tomaba fotos con niños y niñas de tez morena como se ponía a bailar danzas folclóricas con su sonrisa falsa Colgate aprendida en sus clases de teatro de escuela privada.
Una de las varias características de un whitexican es asombrarse de cosas cotidianas de la cultura mexicana como si fueran exóticas: “¡wow, hagamos estufas de carbón para los pobres!”, por ejemplo.
Ante la tragedia mexicana, la presidenta, como buena whitexican, en lugar de afrontar los problemas, sale a proponer jingles en las mañaneras, invoca el himno nacional, hace himnos a los migrantes, pide le compongan anti-narco-corridos… cuando se le acaben las opciones saldrá a cantar “Cielito Lindo”, ya verán… como buena whitexican, pues.
La presidenta no dista mucho de venir del privilegio igualito que la mayoría de los odiados ex presidentes neoliberales; está mas cerca de Miguel de la Madrid o Salinas de Gortari que de su antecesor macuspano, vaya, está lejos de Peña Nieto que fue escuelas públicas por lo menos.
Tenemos una presidenta whitexican de un partido llamado MORENA, el chiste se cuenta solo.
