Nos hemos acostumbrado a hablar del mañana como si este nos perteneciera cuando tú y yo sabemos que esto no es así. Hoy estamos, mañana es tan solo una incógnita; un auténtico regalo poderlo vivir y no un derecho.
Estamos rodeados de múltiples distracciones que crecen exponencialmente todos los días, que nos roban tiempo sin que nos demos cuenta, tal como si esta fuera la estrategia perfecta para alejarnosde nuestra esencia gota a gota perdiendo el rumbo, propósito, valor y sentido.
Cuando el sistema se convierte en el sentido, es la señal precisa que hemos perdido la batalla, pues nos hemos olvidado de nosotros mismos ya que en esa posición aflora la carencia, escasez, vacío y el miedo. Y ante esta realidad…
¿Cómo podríamos retomar el rumbo ante la amenaza con la que vivimos todos los días?
Seguramente has escuchado sobre el carpe diem que lleva en su significado una invitación a aprovechar el momento presente ante la fugacidad del tiempo. Un acto que nos permite observarnos y entrar en contacto con nuestro hogar, yo.
También hemos escuchado algunos ejercicios sobre aquello que haríamos si una vez que abres los ojos por la mañana fueran tus últimas 24 horas en este mundo. En la mayoría de las respuestas se obtiene algo en común en las miles de entrevistas que se han aplicado a gente adulta y mayor.
Estar en presencia, compartir tiempo de calidad con familiares, amistades, expresar amor por ellos, practicar las pasiones que transmiten armonía y paz, pedir perdón, entre otros. Todo ello con el objetivo de estar en contacto con uno mismo, estar en paz y libres de emociones que atormentan y/o encadenan.
Esto que te menciono es una gran herramienta para contactar de nuevo con nuestra auténtica identidad; sin embargo, me gustaría agregar valor que trasciende no solamente en uno mismo, sino en los demás.
Bajo el escenario de estar en contacto con nosotros mismos y de contar con 24 horas antes de partir, es inevitable pensar en los demás de forma auténtica. Pensamos en el bienestar y felicidad ajena en un amor que desconoce el apego, incluso de nosotros mismos.
Entre más permitamos expresarlo, es la manera que el espejo invisible que está frente a nosotros se hace presente con mayor nitidez; reflejando lo que habita en nosotros, pues sólo somos lo que observamos.
¿Necesitas tener solamente 24 horas para verlo? o, ¿Prefieres vivir todos los días como si fueran las últimas 24 horas?